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Cinéxtasis

Lo más excitante del cine

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Magistralmente, a gritos desesperados, la cinta “La cocina” pide un poco de humanidad en el ambiente laboral de los trabajadores inmigrantes en EUA.

¡Que gran trabajo lleno de virtuosismo cinematográfico es la más reciente cinta del director Alonso Ruizpalacios, “La cocina” que ya se encuentra en todos los Cinépolis del país! Con un ritmo vertiginoso la historia de Pedro y sus compañeros de trabajo en un restaurante de la Gran Manzana seguramente será alabada por la crítica y la audiencia mundial. 

Filmada en blanco y negro la trama arranca con Estela (Anna Díaz) llegando en barco, como la mayoría de los inmigrantes, a Nueva York para lanzarse al torbellino que es la zona turística de Times Square. Sin saber nada de inglés logra llegar al restaurante “The Grill” donde un amigo de la infancia puede ayudarla a conseguir un trabajo en la cocina del mismo. Ese amigo se llama Pedro (Raúl Briones) y lleva tres años siendo cocinero en la barra de elaboración de alimentos. Estela tiene la suerte de que la confunden con alguien más para aceptarla a trabajar de inmediato, pero quizá no es una bendición, ya que esa mañana se dieron cuenta que faltaba dinero de una de las cajas y todos van a ser interrogados. 

Rápidamente vamos descubriendo la dinámica que conlleva trabajar en la cocina de “The Grill”. La mayoría de los cocineros son inmigrantes y tampoco hablan español. En esa mañana de preparación para abrir las puertas del restaurante descubrimos que Pedro es un soñador pero muy arrogante, y está enamorado de Julia (Rooney Mara), una camarera americana que no puede comprometerse a una relación por motivos que desconocemos. Durante la investigación, Rashid (ODed Fehr), el dueño de The Grill, le promete a Pedro ayudarlo con sus papeles para que pueda “volverse legal”. Pero todo se empezará a desquebrajar cuando Julia le da una sorprendente revelación a Pedro que lo hará a sumirse en un acto amor y locura que detendrá la producción de alimentos de este tan concurrido restaurante. 

Con mucho humor e ingenio, el mismo Ruizpalacios, adaptó la obra de teatro del dramaturgo inglés Arnold Wesker a la pantalla grande. Y gracias a la dirección de fotografía de Juan Pablo Ramírez la historia tan sencillas de estos trabajadores en busca del sueño americano, se convierte en un deleite audiovisual para exponer lo desapegado que pueden resultar las relaciones laborales y personales de los protagonistas cuando su origen no es norteamericano. 

En un acto asombroso de dirección, tenemos varios momentos llenos de planos secuencia que van desde el fondo de la cocina hasta el restaurante y de vuelta al “infierno” laboral. Ya sea en momentos de preparación o en plena hora pico la vida de estos ricos personajes es hipnotizante y te deja pidiendo un respiro de lo claustrofóbica que resulta la cocina. 

Sin duda alguna es una cinta que deleitará los paladares de los más exquisitos cinéfilos y críticos como lo ha hecho en el Festival de Cine de Morelia o en el Festival de cine de Berlín donde obtuvo una nominación al Oso de Oro a “Mejor película”. No pueden dejar de irla a ver en este momento y ser parte de un ejemplar trabajo de cine mexicano. 

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