Star Wars: la aventura de tu vida.
Una historia que tardó 42 años en ser contada finalmente llega a su fin este día con el lanzamiento en cines de Star Wars: El Ascenso de Skywalker. Una horda de fanáticos de todas las edades estaremos formados esperando el estreno este 19 de diciembre y otra horda de detractores estará criticándonos en redes sociales.
Las razones para que la gente a tantos años de distancia y tantas generaciones siga siendo tan fanática son muchas y no se reducen solo a ser una aventura de naves espaciales o de sables de luz. Star Wars es una historia sobre la familia, sobre la amistad, el deber, la aventura pero sobre todo es una historia sobre la fuerza del espíritu. Algunos lo llaman el viaje del héroe, lo cierto es que “La Guerra de las Galaxias” conjuga, especialmente en sus primeras entregas, los relatos clásicos griegos de la Iliada y la Odisea, las obras de teatro de Shakespeare y la historia de sacrificio del Nuevo Testamento. Un moderno predicador que desea debatir sobre el sacrificio será mejor comprendido si se refiere a la “muerte” y posterior aparición en modo fantasma de Obi Wan Kenobi.
Darth Vader y su hijo Luke Skywalker, de manera indistinta, han sido señalados como la re-interpretación misma del Cristo en el que cree George Lucas. El concepto de dios (en términos judeo-cristianos), por lo tanto, sería trasladado a eso que en Star Wars llaman “la fuerza”. Su idea era crear un mito moderno que involucrara lo “bueno” y lo “malo”, con conceptos palpables que hasta un niño pudiera comprender. Preceptos que se trasladan del templo a la vida cotidiana de las personas sin ese aire moralino que da un sacerdote desde el púlpito, ni siquiera cuando Yoda en su particular estilo acuña la frase de “Hazlo o no lo hagas. Nunca solo lo intentes.”
Amar Star Wars significa ser un incomprendido en muchos sentidos, establece estigmas sobre lo “nerd” o sobre lo “geek” que no deberían estar a discusión en esta segunda década del siglo XXI pero lo están, porque obvian esos conceptos de los que hablamos más arriba. Pero al mismo tiempo amarlo implica la posibilidad de empatizar con todos ellos. La Princesa Leia es una princesa como ninguna, es la líder de la rebelión, el emblema de una lucha. Tiene pinta de Virgen de retablo en una iglesia, pero mata soldados cuasinazis sin chistar. Luke es un joven como cualquiera, alguien con un sueño de pertenencia, espíritu de aventura, sentido del deber y del honor: un héroe en ciernes. Han es un vaquero espacial, un espíritu rebelde y libre alejado de las convenciones y de las ataduras de la sociedad convencional. Anakin y Rey personifican al Mesías, son los elegidos, tienen el potencial de ser la fuerza más poderosa de la galaxia pero en realidad son dos niños abandonados en el desierto… todos (o casi todos) quieren (queremos) ser un Jedi.
Star Wars apela además en toda la saga al valor de la amistad, lo pone por encima del amor romántico y eso se traslada a nosotros los fans. La camaradería y la solidaridad quedan incrustadas en tu ser de inmediato, verás la película con tus amigos, serás parte de una comunidad que respira Star Wars por los poros, eres parte de la “rebelión” y te tatuarás el escudo en un brazo o en tu corazón. Verás entonces la entrega final con la emoción a límite, el corazón a tope con tus amigos, tus compinches, esos que aman la saga desde que eran niños, y la siguen amando al pasar del tiempo pese a que no ames el rumbo que le dio Disney. Vives con ellos la mejor historia jamás contada (van 8 de los 9 capítulos con los que cuenta), te das cuenta de su relevancia histórica (nos advierte de los peligros del fascismo), nos enfrenta a nuestra propia codicia individual y nos enseña el valor de la paciencia, el balance con la naturaleza y, nuevamente: el valor de la amistad.
Pero no es todo… Star Wars además significa aventuras espaciales, viajes a la velocidad luz, peleas con espadas (luminosas), gadgets que jamás habías imaginado necesitar, robots inteligentes y entrañables; robots deslumbrantes (tontos y muy tiernos), ejércitos imperiales y disciplina militar, vehículos extraordinarios, criaturas increíbles… no es un ejercicio inútil hacer la lista pero sin duda es demasiado subjetivo. Enojarse o enfurecerse por los errores de continuidad, la falta de lógica o de coherencia, lo absurdo de algunos diálogos o lo inverosímil de las situaciones que enfrenta Star Wars durante sus ya casi 9 películas (y sus miles de franquicias que la rodean) son planteamientos propios de un crítico de cine frío y metódico amante del cine contemplativo y aburrido.
Star Wars es la aventura de tu vida… si vivieras tu vida en una galaxia muy, muy lejana.