Colombia fue nuestra | Colombia in My Arms
Dirigida por Jenni Kivistö y Jussi Rasta
Por Diana Galán.
País de producción: Dinamarca, Finlandia, Francia, Noruega
2020
Durante los años sesenta, específicamente en 1964, se creó el movimiento denominado Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) como un grupo de autodefensa campesina, con una perspectiva ideológica de corte marxista-leninista y cuya estrategia militar se basó en la lucha guerrillera. Ante un panorama de desigualdad social y política las FARC-EP buscaban una representación de la población rural para conseguir una redistribución de los bienes materiales. Sin embargo, durante el desarrollo de los enfrentamientos contra los distintos gobiernos que ocuparon el poder en Colombia a estos grupos se les vinculó con el narcotráfico, contrabando, extorciones y diversas violaciones a los Derechos Humanos en el país, lo cual desencadenó la desconfianza del pueblo colombiano y su desmovilización por los Acuerdos de paz durante la gubernatura de Juan Manuel Santos.
De acuerdo con estos antecedentes el documental de Jenni Kivistö y Jussi Rastas titulado Colombia in My Arms (Colombia fue nuestra, 2020) retrata este periodo crucial tanto para el gobierno colombiano como para las FARC-EP entre los años 2012 y 2016. La primera secuencia sugiere los intereses del gobierno: desarmar a los integrantes del movimiento, y al mismo tiempo refleja la importancia que el armamento ha logrado en el núcleo del mismo.
A lo largo del filme distintos matices se hacen presentes; por un lado, Ernesto, un militante de la FARC-EP, trata de persuadir al pueblo a seguir adhiriéndose al grupo, pero es evidente el poco interés y la incredulidad que las personas tienen hacia sus palabras, los discursos han dejado de funcionar para la mayoría de la población que desde hace años vive en la miseria. Del lado contrario, una candidata a la gubernatura muestra su inconformidad con los acuerdos entre Santos y los guerrilleros, habla de las personas que conforman estos grupos como criminales y favorece al capitalismo como un sistema eficiente. Se escuchan otras voces, la de un aristócrata que presume de conciencia social mientras disfruta de sus privilegios y las de los campesinos, quienes intenta sobrevivir trabajando en el cultivo de la coca y han quedado en el olvido para todos los anteriores.
Quizá uno de los mayores logros de Jenni Kivistö y Jussi Rastas es precisamente el diálogo inesperado que surge al reunir diferentes visiones de un conflicto, un diálogo que quizá no tendría lugar en otro lado que no fuese la pantalla, por eso mismo este documental muestra la complejidad que las realidades que afectan a Colombia y se dimensiona de manera extraordinaria el concepto que cada estrato social tiene de la palabra “paz”. Respecto a esto vale la pena recordar las palabras de la antropóloga y activista feminista Rita Segato: “Las guerras actuales se han transformado de forma substantiva. No se destinan a un término y su meta no es la paz, en cualquiera de sus versiones. El proyecto de la guerra es hoy, para sus administradores, un proyecto a largo plazo, sin victorias ni derrotas conclusivas”, ¿qué podemos esperar, entonces, de todos aquellos que profesan la paz a costa de sus propios intereses?
Colombia fue nuestra ahonda de forma excepcional filmando de cerca a los distintos actores que conforman estos conflictos bélicos mostrando la manera en que el poder se legitima: escondiendo sus crímenes tras la burocracia y la formalidad. ¿Los medios de las FARC-EP son o fueron incorrectos?, es un debate complicado, pero sin duda, los altos funcionarios de Colombia perpetran con la vida a través de estrategias que todos conocen en América Latina: represión. dictaduras, fuerzas de seguridad oficiales (como los grupos paramilitares) y la criminalización de grupos vulnerables.
A partir del pasado 7 de mayo este documental está disponible en la plataforma de DOCSMX (http://docs-enlinea.com/) y en Prime Video. Colombia fue nuestra es imperdible en momentos históricos como este en que en otras partes del mundo somos testigos de los abusos que los civiles reciben por parte del gobierno en Bogotá y otras partes de Colombia.