“Los asesinos de la Luna” es un deleite visual a la par de una cruda denuncia social muy necesaria.
La más reciente cinta del renombrado director Martin Scorsese resulta como un platillo que se cose a fuego lento en la estufa. Puedes ver las capas de la trama dorarse y tomar color naranja hasta convertirse en un delicioso manjar. La historia basada en el libro “Los asesinos de la luna de las flores: Los crímenes en la Nación Osage y el nacimiento del FBI” de David Grann, publicado en 2017, es una clara disculpa a la tribu nativa Osage de Oklahoma en Estados Unidos.
“Los asesinos de la luna” es un Western situado a principios del siglo XX cuando el petróleo hizo millonarios de la noche a la mañana a la nativa Nación Osage convirtiéndola en el centro de la envidia del resto de la comunidad americana de la época. La trama sigue el romance de Mollie Burkhart (Lily Gladstone), una mujer de la Nación Osage, con Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio) el sobrino sheriff y empresario local William Hale (Robert de Niro). Todo esto sería una bella historia si no fuera todo un plan para casarse con las herederas Osage para después quedarse con todo su dinero.
Lo interesante de esta cinta radica en ver florecer el amor verdadero que se tienen Mollie y Ernest en contraposición con la horrorosa ambición por el dinero de la familia de Ernest que termina siendo una ola de traición y violencia. Ernest y su tío no son personas buenas que digamos y a diestra y siniestra buscan ser millonarios quitando a quien se les ponga en frente para cumplir su objetivo.
Scorsese en lugar de seguir el estilo de trama de misterio de la novela, según contó en su visita a la CDMX para estrenar la cinta en el país, prefirió mostrar el evidente resentimiento de los vecinos de la tribu nativa Osage al convertirse en una de las comunidades más millonarias del mundo. “No es posible que nadie supiera quienes y porque estaban matando a los Osage”. El gobierno federal no vio este enriquecimiento repentino con buenos ojos y nombró tutores caucásicos para controlar la gestión financiera de la comunidad, provocando una evidente una envidia asesina entre razas. En 1921 empezó la violencia cuando una mujer rica de Osage fue asesinada, y que sería la primera de muchas muertes durante los cuatro años siguientes. Gracias al grito de auxilio de Mollie ante el Presidente en persona fue que se formó una investigación para encontrar a los culpables y parar esta masacre, y de pasada, sentar las bases de la creación del FBI.
Las tradiciones de la tribu Osage son una vital constante a lo largo de las tres horas y veinte minutos que dura la cinta. Aclaro que no se siente pesada en ningún momento por las brillantes actuaciones de sus protagonistas y por la belleza de la fotografía del mexicano Rodrigo Prieto. La mancuerna Scorsese-Prieto es clave para lograr sumergirnos en una historia difícil de contar sin sentir que estamos viendo un claro atropello racial por donde sea que uno lo quiera ver.
En la cinta vemos como los asesinatos son crueles y sin pudor. Lo mismo vemos el sufrimiento de los Osage al no saber exactamente contra quien estaban peleando. Y nosotros como espectadores no podemos quedar más que permanecer impávidos ante impotencia de ser testigos de este plan maquiavélico de la familia Hale. Un retrato muy claro sobre la avaricia de las personas con piel blanca detrás del genocidio de esta tribu.
Para poder mostrar la riqueza cultural de los Osage, Scorsese de 80 años de edad pero con todo el brío de un adolescente, viajó a reunirse a los actuales miembros de la comunidad Osage y pidió fueran sus consejeros para mostrar el respeto que se merecían en la cinta. Los Osage aceptaron y en conjunto lograron captar la riqueza cultural de esta tribu tan importante para la nación norteamericana. La cinta fue filmada en los condados de Osage, en Oklahoma, y Washington, concretamente en Pawhuska, Fairfax y Bartlesville.
Y en ese tenor, Prieto, al filmar el estilo de la cinta prefirió hacer dominar la voz de los Osage entre sus paisajes, los escenarios, los colores y las tradiciones que surgen en pantalla, en lugar de ver todo con el estilo que el hombre “blanco” lo vería. Esto no quiere decir que la narrativa visual predomine sobre la presencia de los personajes y sus historias, pero supone al filmar en áreas abiertas y deshabitadas un espacio más grande en el que la audiencia puede comprender la importancia y el peso de los Osage.
Así que corran a los cines para ver este delicioso caramelo cinematográfico en la pantalla grande gracias a Paramount Studios antes de que su socio Apple Original Films la ponga en su catálogo exclusivo de Apple TV+ donde se mantendrá siendo una fabulosa historia policial pero sin poder admirar al máximo su magistral fotografía.