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Lupita Nyong’o crea en “Un lugar en silencio: Día Uno” un personaje entrañable que demuestra que a un héroe lo definen las luchas a lo largo del camino y no su destino final. Sin duda uno de los mejores estrenos del verano que te dejará sin aliento y con ganas de no hacer ni el mínimo sonido al verla. 

La nueva entrega de la saga “Un Lugar en silencio” llega con una explosión de adrenalina para mostrarnos cómo inició la invasión extraterrestre en la cual los personajes de las dos cintas previas sobrevivieron. 

Arrancamos con un alejado asilo de ancianos donde el personaje de Nyong’o, Samira o Sam para los amigos, está pasando sus últimos días debido a una enfermedad terminal. De ahí en un paseo por pizza a Nueva York de los 90s vivimos intensamente   los primeros minutos del primer día de la invasión. Vemos gente aterrorizada corriendo de aquí para allá, suenan las sirenas, explosiones, gritos; el mundo como lo conocemos no volverá a ser el mismo. Este caos, ya lo sabemos es por la llegada de aliens ciegos revestidos con una armadura aparentemente impenetrable y poseen un oído muy avanzado que les permite obtener su alimento (que serían los humanos y otros animales) a través del sonido. Por eso los supervivientes aprendieron a guardar silencio. Por eso, la franquicia se titula “Un lugar en silencio”.

Lupita Nyong’o da vida a “Samira”.

Ya en medio del caos cuando las criaturas atacan, Sam queda inconsciente. Cuando despierta, está rodeada de otros supervivientes, incluido su gato de acompañamiento llamado “Frodo” (que al igual que al perro de “Anatomía de un asesinato deben invitarlo a los Oscares). Sam finalmente decide tomar su destino en sus propias manos y empezar un viaje a buscar un delicioso pedazo de pizza que tiene tiempo pensando saborear que por algún motivo oculto se aferra a ello.

La actuación de Nyong’o aporta una profundidad extraordinaria a Sam, infundiéndole vulnerabilidad y fuerza, obviamente respaldada por el sólido guión de Míchel Sarnoski (quien también funge como director). La fuerza de Sam es a la vez inspiradora y desgarradora a partes iguales. Es gracias a su historia y su arco que la película, a pesar de sus elementos de ciencia ficción, se siente increíblemente personal y real. Joseph Quinn también hace un gran trabajo interpretando a un habitante que Sam encuentra deambulando por la ciudad y se convierte en un entrañable compañero de viaje. 

Joseph Quinn y Lupita Nyong’o.

Temáticamente, esta precuela es tan buena como las otras dos entregas de la saga. Mantiene como tema central una historia sobre la supervivencia, la humanidad y la voluntad de vivir, presentando personajes nuevos sin relación alguna a los predecesores. 

Sobre las criaturas no hay mucha información nueva como uno se esperaría pero hay un detalle interesante: vemos que los extraterrestres plantan algo en la Tierra. Al principio creemos que son pequeños huevos de monstruos, pero en lugar de eso, se comen lo que plantaron; parece que se trata de un vegetal extraterrestre que les ayuda a sobrevivir. Teniendo en cuenta que hay más secuelas y spin-offs planeados, es probable que obtengamos más respuestas del mundo a estas preguntas en un futuro no muy lejano.

Sin duda uno de los mejores estrenos del verano que te dejará sin aliento y con ganas de no hacer ni el mínimo sonido al verla. 

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