“Siempre juntos” es una comedia con tintes dramáticos, que gracias a sus talentosos protagonistas, nos hace reflexionar hasta donde llegaríamos por el bienestar de nuestras familias.
Ninguna familia es perfecta por lo que generalmente siempre tratamos de evitar problemas que surjan por las diferentes opiniones que enfrentamos. Este es el caso de “Siempre juntos” solo que los problemas no son por opiniones, sino por la forma en que una familia se relaciona cuando uno de sus miembros vive diagnosticado como autista.
Ezra (William Fitzgerald), de 11 años, se encuentra en medio de las eternas peleas entre sus padres, Max (Bobby Cannavale) y Jenna (Rose Byrne), mientras ambos tienen diferentes puntos de vista sobre cómo él debe enfrentarse al mundo fuera del hogar. Ambos, desde un punto amoroso, difieren que es lo mejor para Ezra a tal grado que están a punto de divorciarse y no vivir plenamente sus vidas. El hecho de que Ezra sea autista hace que Max no logre tener éxito como standupero y Jenna no ser la madre profesonista que desea. Max siente que todo el mundo minimiza las capacidades de su hijo y lo hace explotar contra todos por todo, imitando el comportamiento irritable de su propio padre Stan (Robert DeNiro).
En una de esas peleas el mejor amigo de Jenna, Bruce (Tony Goldwyn), la trata de consolar diciendo que puede “deshacerse” de Max con un amigo que es un carnicero. Ezra no distingue que es una broma y sale corriendo de su casa para prevenir a su papá y sin querer sufre un accidente. Esto provoca que la autoridad lo quiera meter a una escuela para niños de capacidades especiales y además medicarlo erróneamente con antipsicóticos por parecer que puede hacerse daño a sí mismo. Antes de que eso pase, Max lo secuestra para tener una aventura padre/hijo que resulta ser un hecho que divide en opiniones a toda la familia y conocidos.
Hasta aquí sería un road movie encantador pero en verdad se convierte en un viaje catártico para Max al darse cuenta que no puede proteger a su hijo de todo y de todos para siempre, y que además quizá ni él lo está protegiendo como Ezra necesita, ni siquiera lo escucha cuando le grita “ Nunca me escuchas”. Max está repitiendo sin darse cuenta la tóxica relación que lleva con su padre y no sabe que camino tomar.
Lo que salva a esta cinta de ser muy densa es el tono de humor negro del guión de Tony Spiridakis que basó esta cinta en sus propias experiencias con su hijo autista. Está compleja comprensión de lo que un padre siente en esa situación es conmovedora. Y si a esto le añadimos que todo este ensamble está conformado por grandes actores, incluyendo en un papel pequeño a Whoopie Goldberg, la cinta resulta íntima y conmovedora hasta las lágrimas en ciertos momentos.
Como dato curioso “Siempre juntos” termina literalmente en una nota inspiradora, con una emotiva canción original escrita expresamente para la película por Adrienne Ackerman e interpretada por Rae Isla de título “Ezra”, cuya letra exhorta a que dejemos a las personas ser ellas mismas sin etiquetas y sin prejuicios.
Los sentimientos de los personajes, tanto adultos como los de Ezra, logran traspasar la pantalla y llegarnos al corazón. Mostrándonos que todos podemos estar abiertos a aprender sobre cuestiones complejas con humor, empatía y mucho amor.