La historia de “Mi amigo el pingüino” es tan conmovedora que te llena de amor y esperanza hasta las lágrimas.
Cuando una cinta arranca con la leyenda “basada en una historia real” sabes que verás algo muy especial para que inspirará una película. “Mi amigo el pingüino” arranca con una situación trágica que convierte en el resto de la cinta en una inspiración para todos. Con una base tan simple te agarran en curva y terminas sumergido en una historia bella y conmovedora.
La cinta arranca en la hermosa playa de Ilha Grande, cerca de Rio de Janeiro, con João De Souza (Pedro Urizzi), un joven que se dedica a la pesca y vive una vida sencilla y amorosa con su esposa María (Amanda Magalhães) y su hijo pequeño. João es un hombre feliz, pero cuando un accidente en lancha provoca la muerte de su hijo el día del cumpleaños de este, João se culpa a sí mismo y se convierte en un hombre destrozado que lucha por encontrar su camino a través del dolor.
Muchos años después nos encontramos con un João (Jean Reno) hermitaño y triste que casi no le habla a sus amigos del pueblo y solo convive con su amada María (Adriana Barraza). Por una casualidad del destino encuentra un joven pingüino solitario atascado en sus redes. Atrapado en un derrame de petróleo, el pequeño cuerpo de la criatura se encontraba casi ahogado bajo una capa de una gruesa y tóxica sustancia. João no pudo ignorar a esta inocente ave dañada por el descuido humano y que se encontraba en tan terribles circunstancias. Así que, hizo lo único que podía hacer: se llevó al pequeño pingüino a casa en donde con cuidado limpió sus pegajosas alas y trató de curarlo. Quizá por lo que no pudo hacer por rescatar a su hijo.
María y el pueblo ven como João cuida al pingüino con tanto cariño que lo miran raro. Un día el pingüino decide pasear por la isla y una niña le pone de nombre DinDim. Nadie esperaba que este animal salvaje se quedara ahí por mucho tiempo. De hecho, João intentó desde el principio liberar a DinDim de vuelta al océano, para que nadara unos 4000 kilómetros de vuelta hasta la Patagonia, en la punta de Argentina, en donde los pingüinos radican y construyen su hogar habitual.
Para la sorpresa de todos DinDim regresa a ver a João cada junio, año tras año, encontrando su camino sin importar los obstáculos. Brasil se convierte en el hogar de DinDim para la migración anual. Tanto que se hace un lugareño más y además una celebridad mediática. Pero, ¿durará esta situación mucho tiempo? Ambos enfrentarán varias situaciones para defender su amistad.
En las manos del director David Schurmann, un amante del océano y gran documentarista brasileño y las del director de fotografía británico Anthony Dod Mantle (ganador del Premio de la Academia por su vívido trabajo en la novedosa película “Slumdog Millionaire” del 2008) cada toma es una obra de arte.
Reno y Barraza son excelsos en sus interpretaciones tan sinceras y dignas de la familia De Souza, al igual que los diez pingüinos utilizados para representar a Dindim, quienes realmente son las verdaderas estrellas de la película. Estás aves “actores” fueron rescatados y son tan amigables con los humanos que te robarán el corazón al mostrarnos que son posibles las conexiones orgánicas y profundas entre los humanos y ellos.
El mensaje de “Mi amigo el pingüino” es tan conmovedor que de seguro te llevará a las lágrimas. Da testimonio del poder de la amistad y las conexiones que podemos tener con los animales. Y la determinación de João sobre su lazo con DinDim nos hace reflexionar sobre nuestra posibilidad de superar cualquier desafío que la vida nos ponga enfrente.