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“Gladiador 2” es una cinta de épicas proporciones tanto por su historia, como por sus fabulosas actuaciones y producción impecable haciendo resurgir la era de las mega producciones de Hollywood. 

Tienen que vivir la impactante magnitud de lo que es “Gladiador 2” en la pantalla grande. El director Ridley Scott logra reunir a un gran equipo de producción y de actores para la secuela de una las más amadas cintas de todos los tiempos y triunfa por lo alto al entregar una mega producción que es impactante de principio a fin tanto por la continuación de la trama como por el retrato del Imperio Romano en busca de sus años de gloria perdida. 

Está continuación escrita por David Scarpa, basada en personajes creados por el guionista original David Franzoni, establece que no ha cambiado mucho en la Antigua Roma 16 años después de la cinta original. Después de la heroica muerte del amado gladiador Maximus en el Coliseo, Lucilla (Connie Nielsen) envía a su hijo Lucius (Paul Mescal) lejos de Roma por su propia seguridad. Él crece lejos de Roma, en la provincia norteafricana de Numidia, donde es un feroz luchador y líder militar, además de un esposo devoto.

La armonía termina cuando llega el ejército romano, liderado por el general Marcus Acacius (Pedro Pascal). En una batalla sin cuartel Lucius pierde a su esposa y la libertad de su pueblo en un solo día. Siendo capturado como prisionero es llevado a Antium, en las afueras de Roma, donde un elegante entrenador de gladiadores llamado Macrinus (Denzel Washington) reconoce el talento de Lucius, que para su seguridad como nieto del gran Marco Aurelio, vive bajo el nombre de Hanno. 

Inmediatamente al llegar a Roma se ve sumergido en una demostración de fuerza para la venta de esclavos, y se gana a la multitud mordiendo a un mono furioso durante la pelea en la arena para demostrar su valentía y resistencia. Macrinus lo compra  y lo hace demostrar sus habilidades con los puños, la espada y el escudo, y es tan calculador como lo era su padre cuando se enfrentaba a oponentes brutales como un rinoceronte. Incluso cita a Virgilio mientras apuñala a alguien hasta matarlo como entretenimiento en una fiesta. Al principio, Hanno parece indiferente a las maquinaciones de la política romana, actualmente liderada por los llamados “emperadores gemelos”, Geta (Joseph Quinn) y Caracalla (Fred Hechinger). Pero pronto queda claro que no solo Lucilla, que ahora está casada con Marcus, reconoce a su hijo en el Coliseo, al igual que el maquiavélico Macrino.

Al salir de la función queda claro que nadie hace ya películas épicas como Ridley Scott. El director de 86 años nos regala un evento cinematográfico de gran escala, con un elenco de miles de personas, efectos visuales impresionantes y acción implacable con una banda sonora grandilocuente de Harry Gregson-Williams. Las sangrientas batallas darán mucho de qué hablar en las audiencias actuales sobre lo que sucedía con las multitudes romanas sedientas de violencia del Coliseo que en la actualidad solo provocarían repulsión absoluta. 

Aun cuando la trama del regreso de Hanno es el centro de la cinta, el romance entre Pascal y Nielsen es el que mantiene el corazón de la audiencia gracias a sus conmovedoras actuaciones. La relación entre su Acacio, dividido entre el amor y el deber, y su Lucilla, resistente y desafiante, es el centro emocional de la película. Y de mencionar el excepcional trabajo que logra Washington con todos los matices que presenta con su personaje de Macrinus.

Lo que lleva a un círculo perfecto la historia es el regreso de Hanno, como el heredero del Imperio y restablecer la cordura del poder perdido en Imperio. Así que prepárense para ver una mega producción como las de antes que no los dejará de emocionar e impactar ni un minuto.

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