“La contadora de películas” es una hermosa carta de amor al séptimo arte y a los espectadores del mismo que nos transporta a una época donde el cine logra ser el único momento de felicidad de una nación.
Con una visión fresca y diferente a las típicas, la directora danesa Lone Scherfig con “La contadora de películas”, nos entrega lo que podría ser una versión de “Cinema Paradiso” solo que ambientada en Sudamérica, ubicada en los años previos y subsecuentes de la llegada de Augusto Pinochet al poder de Chile durante la década de los sesentas.
La película se centra en la vida de María Margarita que vive en una comunidad minera de salitre en dos fases: primero como la hija menor de uno de los explotados mineros (Alondra Valenzuela), siendo una niñita de ojos brillantes que es amiga íntima de sus tres hermanos mayores y está ávida de aventuras y dramas como los que ven todos los domingos en las películas en la sala de cine del pueblo; y luego como una joven bella y fuerte (Sara Becker) a quien las dificultades de la vida han convertido en el principal sostén de su familia.
En la primera fase la madre de María Margarita, María Magnolia (la argentina Bérénice Bejo), abandona a su familia en busca de su felicidad para seguir sus sueños artísticos, después de que su esposo Medardo (Antonio De la Torre) se queda sin trabajo en la mina. El dolor de su partida se asemeja a la pérdida de las ilusiones del pueblo minero por un futuro mejor, lo que los hace empezar a convertirse en hombres de sal sin sueños al igual que el cine local. Pero María Margarita para lograr tener un ingreso para la familia mantiene vivo el espíritu del cine contando las películas a aquellos que no pueden ya pagar un boleto de entrada, aferrándose a las historias que cuenta como un salvavidas hacia un mundo más amable para todos.
Con el paso de los años los tres hermanos, Mariano, Marcelino y Milo (interpretados en las diferentes épocas por Francisco Díaz, Elian Lobos, Joaquín Guzmán, Santiago Urbina, Alfred Berner y Beltrán Izquierdo) comienzan a trabajar y aprenden varios oficios, pero siempre unidos todos hasta que poco a poco María Margarita se queda como único miembro de la familia en ese pueblo que poco a poco se va convirtiendo en un pueblo fantasma. A su lado se mantuvo siempre el encantador gerente de la mina el Sr. Hauser (Daniel Brühl) como lo estuvo al lado de su madre. La soledad no hace que pierda su brillo y la proeza de poder ser una gran artista que narra las historias que ve en el cine para mantener la sanidad del pueblo restante y la suya simultáneamente.
La nostalgia que logra transmitir Scherfig es bella y en ningún momento pierde el ritmo. El poder estar en la mente de María Margarita hace que cada escena sea vibrante y llena de empoderamiento y esperanza sin importar en qué edad la veamos luchar y contar su historia. Este ensamble actoral multinacional logra conmover hasta el corazón más duro, viéndolos luchar por un futuro mejor en un pueblo destinado a desaparecer.
Lone Scherfig quiso también encargarse del guion junto con Rafa Russo y aportar su propia visión personal sobre la novela homónima escrita por Hernán Rivera Letelier. Su equipo creativo se completó con el cuidado y bello trabajo de dirección de arte del franco-argentino Carlos Conti, ganador del César 2021 al mejor diseño de producción por “Adieu les cons” y fiel director artístico de cineastas como Walter Salles, Sally Potter o André Téchiné.
Todo esto lo deben vivir y no solo quedarse con mi reseña de “La contadora de películas”. La novela de Rivera Letelier debe experimentarse en la sala de cine y poder así palpar lo que es crecer en un lugar tan remoto y árido que inevitablemente se ve arrastrado por los tornados y vientos políticos que María Margarita enfrentó desde pequeña.