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“La habitación de al lado” de Almodóvar es una hermosa disertación sobre el amar a la vida con actuaciones dignas de todos los premios.  La sobria dirección de Almodóvar es sublime y contundente.

“La habitación de al lado” es más de lo que uno podría esperar de la primera película en inglés del director español Pedro Almodóvar. Alejándose de caer en estereotipos sobre temas delicados sobre vivir o no con una enfermedad terminal, esta cinta nos ofrece una hermosa disertación con puntos de vista diferentes sobre amar la vida con dos actrices dignas de todos los reconocimientos. 

La cinta arranca con la renombrada autora Ingrid (Julianne Moore) en una librería de Nueva York firmando su más reciente novela. Ahí sorpresivamente se entera de que Martha (Tilda Swinton), una vieja amiga suya que se dedica a ser corresponsal de guerra se encuentra en el hospital. Ingrid sabe que no ha tenido contacto con Martha en años y no duda en rápidamente irla a visitar. Las dos se reencuentran cálidamente, incluso con alegría, en la habitación privada de Martha en el hospital iniciando un viaje por varios momentos de su vida. Algunos tristes, algunos alegres. Una anécdota en particular simpática: Ambas salieron con el mismo hombre, Damian (John Turturro), teniendo gratos recuerdos de él. 

Martha es clara con su diagnóstico, cáncer cervical uterino pero se encuentra en un tratamiento que al parecer está dando resultado. Ingrid es tan amorosa que empatiza de inmediato con la situación de Ingrid y le promete que estará con ella continuamente para compensar tantos años de no verse. Esto nos mete de lleno a una hermosa historia llena de anécdotas increíbles que marcaron las vidas personales de estas amigas separadas. Sin spoilear mucho, llegamos al punto donde el último tratamiento de Martha no dio resultado y le pide a Ingrid la acompañe a un viaje donde le pondrá fin a su vida de una manera ilegal. Martha, quien claramente tiene una visión amorosa sobre el vivir duda si es ella la indicada en acompañarla, pero Ingrid le aclara no le causará problemas y que solo la quiere como apoyo emocional durmiendo en la habitación de al lado cuando suceda. 

Así, con esta noticia de la inminente llegada de la muerte a la vida de las amigas, es que Almodóvar nos lleva a una hermosa disertación sobre lo que es para cada una el amar la vida. El si es correcto o no pensar en luchar o no contra una enfermedad sin cura. También resulta que Damian está aún en contacto con Ingrid y hablan sobre el tema. En esa larga comida él afirma que los humanos en sí son egoístas ante el colapso climático, terminando con la sugerencia de que amarnos y perdonarnos unos a otros lo mejor que podamos es lo único que queda y debemos aprender a decir adiós. La novela de Sigrid Nunez, en la que Almodóvar basa su guion, es un tratado sobre cómo tomar una posición ante la vida o, mejor dicho, ante el final de la misma. Evadir los hechos, luchar por vivir, o ganarle al destino antes de que llegue el final, e ahí el dilema personal de cada personaje. 

La compleja intimidad entre las mujeres, mientras pasan tiempo juntas en una casa de vacaciones y se preparan para el final, es poderosamente conmovedora y profunda. Lo cual es un tema recurrente en las cintas de Almodóvar y es lo que hace tan memorable y sublime a “La habitación de al lado”. Las actuación tanto de Moore como de Swinton merecen todos los premios y reconocimientos posibles por su franqueza y delicadeza en pantalla. 

Después de ganar el prestigioso León de Oro a la “Mejor película” en el Festival Internacional de Cine de Venecia, y llena de momentos oníricos como la caída de nieve rosa o encuadres con coloridos y vibrantes tonalidades de rojo típicas de Almodóvar, al terminar de ver “La habitación de al lado” llegamos a la conclusión de que decir adiós es algo que todos tendremos que hacer algún día y tenemos que prepararnos de la mejor manera que podamos y decidamos. 

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